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La razón de tu mala relación con la comida

¿Relación con la comida? ¡Ah! ¿Pero se tienen relaciones también con la comida? Pues sí…la verdad es que establecemos relaciones con todo aquello con lo que nos rodea, siempre que implique un trato, pensamientos y emociones hacia ello. Y esta relación se da desde que nacemos, ya desde bien pequeños.

Hay muchísimos factores por los que actualmente puedes tener una relación poco saludable con la comida. Hoy hablaré de 3 principalmente.

Factor número uno:

Por un lado existe la historia familiar. Como te comentaba, desde que somos bebés ya empezamos a establecer un vínculo con la alimentación. A los niños muchas veces se les premia con comida poco saludable si consiguen algo, etiquetando ya al alimento como bueno o malo según la recompensa o castigo que le otorgamos los adultos. Por ejemplo: “Si te acabas las verdura, podrás comer helado”, convirtiendo así a la verdura en algo malo y el helado en algo bueno. También utilizamos la comida para calmar emociones desde bien pequeños. Cuando un niño llora o está inquieto o molesto, le ofrecemos algo de comer: un palito o cualquier otra cosa. Y se da el milagro: el niño calla. Y con esto no quiero juzgar si está bien o está mal. A veces incluso un niño puede estar inquieto porque tiene hambre. Pero no estamos hablando de eso. Yo misma me doy cuenta de cuándo lo hago con mi hija. El problema es no ser consciente y en hacer de esto una costumbre.

 

Puedes preguntarte: ¿A ti también te premiaban y/o castigaban con comida?  ¿Te obligaban a comer lo que no querías?

 

Y desde aquí sí que hago un llamamiento a padres y madres: nunca hay que forzar a un niño, igual que nadie fuerza a un adulto para comer. ¿Te imaginas que alguien te metiera la cuchara a la fuerza de algo que no quieres o no te apetece? Pues seguramente vas a generar rechazo hacia esa comida y hacia ese momento en el que tiene lugar esa experiencia tan desagradable.

En este apartado también caben todas esas frases que hemos escuchado como: “Hasta que no te acabes el plato, no te levantas”, o cuando decíamos que ya teníamos suficiente en el plato, pero nos añadían una cucharada más. Y sé que los padres, abuelos…o quien fuera que nos diera de comer en la infancia lo hacían desde el más profundo amor. Solo hay que pararse a pensar si todo eso, junto con otras de nuestras historias personales, ha podido influir en cómo me relaciono a día de hoy con la comida.

De la historia familiar hablaremos más adelante, pero aquí solo quiero dejar un apunte de cómo esto, desde la infancia, ya puede influenciarnos. Recuerda que los hábitos que se establecen en esta edad sobre la comida van a influir a lo largo de la vida del niño.

 

Factor número dos:

Otro factor que tiene mucha influencia sobre nosotros es el fácil acceso que tenemos hacia alimentos ultraprocesados. De todos es bien sabido el bombardeo de la industria alimentaria por el consumo de alimentos que se consumen rápido, en cualquier lugar y casi sin que nos demos cuenta. Muchos de estos alimentos, a pesar de anunciarse como saludables, están tan procesados que consumidos con frecuencia llegan a alterar nuestras papilas gustativas, por lo que cada vez necesitamos más comida de este tipo. Además, poco a poco los alimentos como verduras o frutas nos parecen insípidos y no nos apetecen. Con esto no quiero que te sientas culpable si los consumes, solo quiero que tomes conciencia de cuántas veces los consumes y de cómo poco a poco hemos caído en ello sin apenas darnos cuenta. Y lo sé, eres mujer ocupada, con poco tiempo, y estos alimentos ofrecen soluciones rápidas, pero la verdad es que a largo plazo solo nos pueden traer problemas. Si crees que tu razón de tener una relación poco saludable con la comida puede ser esta, lo que te hace falta es una reeducación alimentaria, comenzando a leer las etiquetas de los productos que compras. Aquí te dejo un fantástico vídeo de Juan Llorca que lo explica de maravilla. Así que en lugar de leer la parte frontal de un producto, si anuncia que es light o tiene pocas calorías, lee lo que pone detrás, porque los ingredientes que hay en la etiqueta nutricional es lo que verdaderamente te estás metiendo en el cuerpo. Solo un pequeño truco para que puedas empezar ya a analizar los productos que ya tengas en casa: del listado de ingredientes, el primer ingrediente que aparece es del cual hay más cantidad de producto, y así vamos disminuyendo sucesivamente, de mayor a menor. Ejemplo: si coges el chocolate que tienes en casa, ¿cuál es el primer ingrediente? ¿Sorprendida? ¿Cuál crees que sería lógico que fuera? Y así, con todo.

Factor número tres:

Otro factor es la poca importancia que le damos hoy día al acto de comer. Lo hemos relegado a algo que hacemos por supervivencia en muchas ocasiones, dándole solo importancia en fechas señaladas o cuando vamos a restaurantes caros. Ahí sí que lo apreciamos, hacemos fotos e incluso comentamos con nuestro acompañante. Por otro lado, el estrés que nos acecha cada día hace que comamos delante del ordenador (¡grave error!) y que optemos por opciones poco saludables. ¿Hasta cuándo? La sociedad no va a hacer que esto cambie, solo vas a poder ponerle remedio tú cambiando tus hábitos y tendencias actuales.

Además, ¿sabías que no solo lo que comes sino cómo lo comes afecta a la forma en la que tu metabolismo procesa los nutrientes? Así es. No es lo mismo comer de forma consciente, presente y relajada que comer bajo niveles de estrés y ansiedad. Pero esto da para otro artículo.

Y lo sé, sé que está muy trillada esta metáfora pero…¡el alimento es nuestra auténtica gasolina! Y el acto de comer es lo que hace de este alimento algo placentero y saciante tanto a nivel emocional como física. Además, es algo que hacemos 3 veces al día mínimo y…¿en qué lugar queda en nuestra vida? Solo toma consciencia de en qué punto te encuentras y qué es lo que te impide dar ese cambio.

 Y no me gustaría acabar sin mencionar todo lo que influye la relación entre tu mente, emociones y cuerpo, que son los que acaban definiendo tu verdadera relación con la comida. En este artículo mencionaba la relación entre ellos y la importancia de trabajarlos para sanar. De ello hablaré en muchísimos de los artículos de este blog.

 En realidad no sé si lo que es necesario es tener una relación sana, simplemente con una relación natural y auténtica con la comida sería suficiente.

 

¿A qué esperas para mejorar un poquito tus relaciones?

Sí, la comida también se merece una buena relación. Lo que le des a ella, te será dado de vuelta.

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3 comentarios en “La razón de tu mala relación con la comida”

  1. Hola estoy buscando una luz en internet sobre el cóm se instalan este tipo de patrones en niños y niñas.
    Tengo una pequeña de 2 años y medio y hace algo más de 6 meses que los almuerzos y cenas son bien complicados. No hay variedad que acepte y quiera, incluso muchos de los alimentos que antes comía ya n los quiere y ya no pasa por ser naturales, saludables o no. No quiere nada.
    Estoy escribiendo luego de uno de esos mediodías complejos dónde no ha probado bocado. Es bastante frustrante y desesperante no tener más herramientas para lograr un cambio.
    Estoy intentando buscar respuestas en analizar el vínculo que por alguna razón viene desarrollando con sentarse a la mesa en familia a cenar o almorzar.
    Agradezco comentario porque temo que estos patrones de conducta y relación con estso momentos queden en ella sabiendo lo complejo que es modificarlo cuando sea mayor,
    Gracias,

    1. Hola Ylliana. En realidad, todo lo que decimos a los niños y niñas en su infancia y sobre todo, lo que ven, queda instalado en ese subconsciente. Es tan importante lo que les decimos como lo que ven! Por ello lo de predicar con el ejemplo y ser coherente con tus valores es tan importante, porque ellos lo viven plenamente. Un abrazo y gracias por tu comentario!

    2. Y también añadiría algo más sobre el caso que expones: si tu hija está sana, en principio no tienes por qué sufrir. Sé que es difícil, yo también he pasado momentos así con mi hija, pero pasan épocas en las que no cena, o no comen, o no quieren lo que antes querían… Yo lo único que aplico es calma. Confío en su instinto, en su cuerpo, en su hambre real… Como digo, todo esto es aplicable si tu hija está sana. Siempre puedes llevarla al pediatra, pero yo en estos casos relacionados con la alimentación, intento aplicar la calma y confiar en ella. Un abrazo!

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